Estas convicciones doctrinales representan la fe en común de una red de iglesias y servidores cristianos, independientes y autónomos pero asociados entre sí por el amor sin fingimiento y la misma fe en cuanto a lo que consideran los puntos fundamentales del evangelio.

Dentro de esta Red cuyo objetivo en común es la mutua ayuda para la difusión del evangelio de la salvación, algunas iglesias y servidores van desarrollando -además- otros lazos, formando asociaciones especificas con matices y objetivos específicos, pero siempre manteniendo los principales vínculos afectivos y doctrinales entre todas las partes y manteniendo todos, la voluntad dispuesta a encontrar la mayor cantidad de vínculos posibles con la gran familia cristiana, por lo que (aunque reconocemos la importancia del mismo sentir doctrinal) esta manifestación de convicciones no tiene el propósito de establecer un límite inflexible para las relaciones sino, por el contrario, el darnos a conocer francamente con el propósito de encontrar los mayores puntos de coincidencia para relacionarnos productivamente.

Cada miembro que por libre voluntad ha decidido hacer pública su adhesión a estos puntos doctrinales, es único responsable de responder por el modo en que sostiene y corresponder a dicho compromiso.

jueves, 28 de noviembre de 2013

CONVICCIONES DOCTRINALES FUNDAMENTALES


Prólogo

Por medio del presente texto queremos comunicar nuestras convicciones doctrinales fundamentales, o sea, aquello que consideramos la base de nuestra fe cristiana.

Esta declaración de convicciones doctrinales fue escrita, leída, analizada, considerada y debatida por un grupo de creyentes cristianos con años de experiencia en el estudio bíblico y el servicio a Dios, los cuales están unidos en lo que llamamos “red de iglesias autónomas” o “unión de iglesias autónomas” y representa aquello que todos hemos acordado como la base o fundamento de nuestra fe.

Siendo hombres y mujeres amantes y buscadores de la Verdad de Dios, presentamos esta declaración, no como un texto rígido que deba ser impuesto como norma a seguir, sino como una base doctrinal que puede ser revisada, ampliada o corregida, en el caso de que recibamos un mejor entendimiento sobre el mensaje doctrinal de las Escrituras.

Como consideramos que todos los seres humanos son falibles y nosotros no somos la excepción, esta declaración no pretende tener la absoluta verdad en los asuntos espirituales; por lo tanto queremos desalentar la observancia obtusa de esta declaración, como si se tratara de un reglamento o dogma que pueda reemplazar a la necesaria comunión con Dios Padre y con el Señor Jesucristo. En el mismo sentido, esta declaración nunca deberá ser elevada a un sitial de mayor autoridad que la Sagrada Escritura, pues sólo las Escrituras inspiradas por Dios contienen la única, genuina e infalible  norma de fe y práctica para todos los hijos de Dios.

Tampoco deseamos que lo escrito aquí se utilice para colocar límites a la conciencia y libre albedrío de ningún individuo, grupo u organización que adhiera a ésta, ni mucho menos limitar la colaboración de los miembros del Cuerpo de Cristo. En otras palabras, adherir a esta declaración no implica tener que dejar de colaborar con personas de otras denominaciones o religiones

Esta declaración, sencillamente conforma un acuerdo doctrinal básico que nos permite servir a Dios unidos no sólo con un propósito en común (llevar la salvación a las personas), sino también con un entendimiento doctrinal común.

Por lo tanto, invitamos a quienes tomen contacto con este documento a escudriñar honesta y diligentemente todos los argumentos aquí presentados, frente a lo que Dios ha dicho en Su santa y perpetua Palabra y a que nos hagan saber sobre sus inquietudes, dudas, críticas o comentarios.




Introducción

Las Sagradas Escrituras como base para nuestra creencia y práctica

  • ·      Dios, antiguamente ha inspirado a hombres fieles para que pongan por escrito lo que Él deseaba comunicar a la humanidad. A estos escritos nos referimos generalmente como: “la Biblia”, “las Sagradas Escrituras”, “las Santas Escrituras”, o simplemente: “las Escrituras”[1] y por esto decimos que Dios es el “Autor” de la Biblia.
  • ·      Los escritos originales de la Biblia, por haber sido inspirados por Dios, carecían de errores y/o contradicciones (2 Ti. 3:16-17; 2 Pe. 1:20-21)[2]
  • ·      Las Escrituras contienen la voluntad de Dios en cuanto a lo que debemos creer y practicar y sólo éstas pueden tomarse como fuente de Verdad (Jn. 17:17). Por lo tanto, su mensaje está por encima de cualquier tradición eclesiástica, opinión humana, o supuestas “nuevas revelaciones” del Espíritu (Gá.1:6-9; Mt. 15:1-7).[3]
  • ·      El provecho REAL de las Escrituras (que es el acceso al poder salvador de Dios) no surge con solo leer y aplicar sus enseñanzas de forma aislada, como si fueran simples mandamientos (aunque esto, ciertamente, produce algún provecho), sino que se produce en la comprensión y aceptación de su mensaje central (Mt. 23:23; Ro. 10:16-17; Hch. 8:26-35).
  • ·      Las Sagradas Escrituras, en su totalidad, están hilvanadas por un único y fundamental mensaje que Dios quiere comunicar. A este mensaje la Biblia lo llama: “EL EVANGELIO[4] (la buena noticia) DEL REINO DE DIOS”. Este evangelio es uno solo  (Gá. 1:6-9)[5] y es predicado explícita o implícitamente a lo largo de toda la Biblia, y fue el centro de la prédica de todos los antiguos patriarcas y profetas, como también de Jesús y de los apóstoles fundadores de la Iglesia (He.1:1-2; He.4:1-2; Mt. 4:23; Mr. 1:14-15; Lc. 4:43-44; 9:1-2; 10:1, 9).
  • ·      En breve y en esencia, el evangelio se refiere a todo lo que Dios (soberano y benévolo Rey eterno del Universo), por Su especial y entrañable amor, ha hecho, hace, y hará por medio de Cristo para la salvación y santificación plena de los seres humanos, de manera que, por Su gracia y misericordia, todos aquellos que en Él creen reciban perdón de pecados, salvación, y vida perpetua como herederos de Su reino, dando cumplimiento a Su propósito de que el hombre lo glorifique, teniendo una perpetua relación de amor con Él.
  • ·      El evangelio también revela Su plan para (bajo el legítimo reinado de Cristo) derrotar definitivamente al Diablo en todas sus inicuas obras e intenciones y destruir todo lo malo (Ap. 19:20; 20:10-15; 1 Co. 15:25-26), y al final de los tiempos ejercer Su gobierno plenamente, para siempre, de modo que Su perfecta voluntad sea perpetuamente  “así en la tierra como en el cielo” (Lc. 11:2; 1 Co. 15:28; Ap. 22:3-5). De este modo, el Evangelio cumple con el propósito primario de poner en evidencia el amor de Dios.
  • ·      El Evangelio del reino de Dios es el mensaje a creer tanto para justificación y salvación, como así también para crecer en pos de la transformación interior o santificación (Ro. 1:16-17).
  • ·      El correcto entendimiento y aceptación del Evangelio de Dios produce fe para salvación[6] (Ro. 1:17; 10:17); es la llave de acceso al Poder de Dios (Ro. 1:16-17) y  es el fundamento de una iglesia unida (Ef. 4:13-16).
  • ·      El evangelio del Reino de Dios es el PRINCIPIO DOCTRINAL CONTINUO a considerar, creer y predicar (Ro. 1:15-17). Cada enseñanza de las Escrituras proceden del Evangelio y, a su vez, cada enseñanza de las Escrituras nos da a entender algo del Evangelio. Por lo tanto, creemos que no es posible comenzar a comprender adecuadamente las Escrituras si no se ha comenzado a conocer y comprender  el Evangelio del Reino de Dios, el cual es su mensaje central.


El Evangelio del Reino de Dios

Principios fundamentales de nuestra creencia y práctica

DIOS:
  • ·      Hay un solo Dios[7] verdadero (Jer. 10:10; Jn. 17:3; 1 Ts. 1:9).
  • ·      Es uno e indivisible (Dt. 6:4; 1 Co. 8:4; Ef. 4:5-6; 1 Co. 12:4-6).[8]
  • ·      Es Espíritu y no carne (Jn.4:24; Lc.24:39).[9]
  • ·      Es el Creador del Universo, la Tierra, los seres vivos y de todo lo que existe (Gn. 1; Ap. 4:11; Ro. 1:20; 2 Pe. 3:5).
  • ·      Todo lo que creó, lo creó perfecto, en gran manera bueno, y funcionando con total perfección (Gn. 1:31; Dt. 32:4; Is. 43:7; 45:18).
  • ·      Su reino abarca toda Su creación y Él es dueño de lo que ha creado (Éx. 19:5; Lv. 25:23). Su existencia y Su reinado (gobierno) son eternos (1 Cr. 29:11; Sal. 45:6; Is. 40:28; Jud. 1:24-25; 1Ti. 1:17; Ex. 15:18; Sal. 145:13; 1 Co. 10:28).[10]
  • ·      Es perfecto amor y todos Sus actos son en amor y justicia (1 Jn. 4:7-10).[11]

EL ADVERSARIO DE DIOS:
  • ·      Dios creó seres espirituales con distintas funciones (ángeles y querubines), estos fueron dotados con libre albedrío, siendo capaces de elegir si obedecer a Dios o no (Gn. 3:24; 19:1; Sal. 18:10; 91:11; Ez. 10; 28:14; 2 Pe. 2:4,11).
  • ·      Existen seres espirituales que han desobedecido a Dios y están actuando en oposición a Dios. El principal de estos seres es llamado en la Biblia: “Satanás” (que significa “Adversario”, “Diablo” (que significa “calumniador” o “difamador”), “Serpiente” (por su astucia para engañar y matar) y “Dragón” (por su fiereza destructiva), entre otros nombres[12]. Este ser espiritual no fue creado para hacer el mal, sino que fue creado para el bien, pero tomó la decisión de oponerse a Dios, junto con otros ángeles que también desobedecieron (Ez. 28:14-19; Is. 14:12-14; 2 Pe. 2:4; Ap. 12:7-9).

EL SER HUMANO:
  •    El ser humano fue creado con el especial propósito de relacionarse con Dios, por esto Dios lo creó a “Su imagen y semejanza” (Gn. 1:26-27; Ro. 8:39; 2 Co. 13:11; 1 Jn. 3:1; 4:7-16; Ap. 22:3-4).
  •       La “imagen y semejanza” de Dios en el ser humano (Gn. 1:26) se refiere a que el ser humano fue originalmente participado de la naturaleza de Dios, Quien es Espíritu (Jn. 4:24). Por medio de este vínculo espiritual, Dios les impartía al alma, la mente y el cuerpo del hombre Sus virtudes santas, y la capacidad de vivir perpetuamente. Esta  “imagen y semejanza” tenía el propósito de que el hombre pudiera tener una relación espiritual, racional y amorosa con Dios, dando así al ser humano un lugar de especial importancia por encima de toda la creación (Gn. 1:26-27; Sal. 8:3-6; He. 2:6-8; Gn. 9:2).
  • ·      El ser humano también fue dotado con libre albedrío (la capacidad y libertad para tomar decisiones, aun cuando éstas sean contrarias a la voluntad de Dios). Con esta capacidad, el ser humano podía (y aún puede) decidir si obedecer o no a Dios y de esto dependía (y aún depende) su vida espiritual y su capacidad para relacionarse con Dios (Gn. 2:15-17; Dt. 30:19-20; Jos. 24:15-22; Sal. 119:173; Ez. 28:16-18)[13].

PECADO[14], MALDAD, ENFERMEDAD Y MUERTE:
  • ·      Al ser engañados por la Serpiente (Satanás), los primeros seres humanos (Adán y Eva) tomaron la decisión de desobedecer a Dios (Gn. 3:6). En lugar de buscar la gloria de Dios (Is. 43:7), buscaron su propia gloria (Gn. 3:6; Ro. 1:21-23; 1 Pe. 1:24). Por esta causa, ellos perdieron la capacidad de estar en perfecta comunión con Dios (muerte espiritual). En su desobediencia, ellos transfirieron la autoridad y gobierno que Dios les dio sobre la Tierra al Adversario y permitieron que él (Satanás) ejerciera poder e influencia sobre la tierra y los seres creados en ella y, consecuentemente, el pecado,  la maldad y la muerte entraron en el mundo (Gn. 3:1-19; 2 Co. 4:4; Lc. 4:6; Ro. 5:12; Ez. 18:4; Stg. 1:13-15). A este evento el cristianismo comúnmente lo llama “la caída de Adán” o “la caída del hombre”.
  • ·      Esta condición de pecado y muerte, tanto espiritual como física  y todos los males que de ella se derivan, entraron en la raza humana como consecuencia directa de la desobediencia de Adán y Eva y colocó a toda la humanidad bajo juicio y pena de muerte (Ro 3:9,19). Debido a esto, todos los seres humanos nacen en condición de pecado y sujetos a muerte (Ro 5:12; Ef.2:1-3) y nacen en un mundo sobre el cual el Diablo está ejerciendo fuerte influencia (2 Co. 4:4; 1 Pe. 5:8; 2 Co. 11:14-15; 2 Ti. 2:24-26).
  • ·      Ningún mal procede de Dios, Quien es bueno y perfecto en todos Sus atributos (Stg. 1:16-17).
  • ·      La Escritura enseña que Dios es Dios de vida, amor y justicia y que el pecado, la maldad, la enfermedad y la muerte (y toda clase de mal) son consecuencias de la acción voluntaria de los seres libres (tanto humanos como espirituales) en contra de la voluntad de Dios y, por lo tanto, no es el deseo de Dios que estas cosas existan en Su reino (Gn. 1; Ez. 18:32; Jn. 10:10; He. 2:14-15; Ro. 5:12-18).

EL PLAN DE DIOS:
  • ·      Dios, inmediatamente después de que Adán y Eva desobedecieran, puso en marcha un plan de restauración para Su creación, cuyo centro es la salvación[15] del ser humano. La concreción de este plan dependería de un hombre (Gn. 3:15).
  • ·      Este plan de Dios incluye la restauración de la condición espiritual del ser humano, recuperando un completo vínculo con Dios; el restablecimiento pleno y perpetuo del gobierno de Dios en todo Su reino; la restauración de la Tierra y los cielos, la eliminación del Adversario y de sus huestes (espirituales y humanas); y la destrucción de la muerte, la enfermedad y toda clase de males (Ro. 8:18-23; 1 Co. 15:47-56; Is. 25:8; He. 2:14; 2 P. 3:13; Ap. 19:20; 20:10; 21:1-5).
  • ·      El plan fue concebido sobre bases justas, es por eso que si el pecado y la muerte entraron al mundo por la desobediencia de un solo hombre, era justo que la restauración fuera obtenida por la obediencia de un solo hombre (Ro. 5:17-19; 1 Co. 15:21-22). Para lograr la salvación del ser humano y la restauración de Su creación de un modo justo, Dios necesitaba de un ser humano, creado en las mismas condiciones que Adán (dotado con espíritu y autoridad), pero que (a inversa de Adán) por su libre albedrío se mantuviera en amorosa y obediente sujeción a Dios ; y que, cargando con el juicio y el castigo que pesaba sobre toda la humanidad, diera Su vida en pago por el pecado de todos los hombres  (Ro. 5:17-19; 8:32; 1 Co. 15:21-22; 1 Co. 6:20; 7:23; Ef. 1:7; Ap. 1:5). Este hombre es llamado “el Mesías” o “el Cristo”[16](Jn. 1:41; 4:5) él es el “Salvador” provisto por Dios (Is. 62:11; Lc. 1:69; 2:11; Jn. 4:42; Hch. 5:31; 13:23).
  • ·      El Mesías no sólo daría salvación a la humanidad sino que también sería dotado con autoridad de reinar en nombre de Dios, en completa sujeción a Él, hasta derrotar las fuerzas del mal y dar lugar al restablecimiento pleno y perpetuo de la voluntad de Dios en todo Su reino (Je. 23:5; Is. 11:1-9; 42:1-4; Mi. 4:3; Sal. 110:1; He. 1:13; 10:13).
  • ·      A lo largo de la historia, por medio de hombres fieles, Dios fue ratificando Su promesa de salvación y dando nuevos detalles de cómo llegaría ésta. (Gn. 17:5-9, 21; 28:13-16; Éx. 6:6-8). Mientras llegaba el tiempo del Mesías, Dios hizo un pacto con Su pueblo. Aquel antiguo pacto tuvo una ley la cual fue revelada a través de Moisés. Por medio de la ley y sus rituales los seres humanos podrían conocer la voluntad de Dios y conocer y recordar su necesidad de un Salvador (Gn. 17:12-14; Éx. 12; 13:8-10; 20:1-17; 24:12; cap. 25 y sig.; Lv. -libro completo-; Dt. 4; 5:6-22; Gá. 3:24).
  • ·    Las leyes y mandamientos de Dios son santos, justos y buenos (Ro. 7:12), y tienen como objetivo hacer conocer el amor de Dios para que el ser humano lo imite (1 Jn. 4:7-8, 16; 5:3; Ro. 13:9-10; Gá. 5:14; Lv. 19:18; Mt. 5:43-48; 22:36-40; Stg. 2:10-11), sin embargo nunca tuvieron el propósito de que los seres humanos se salven por su cumplimiento, sino por el contrario, sirven para demostrarles que nadie puede cumplirlos perfectamente (externa y moralmente) como para llegar a merecer, por las propias obras, la justificación y la vida espiritual perdida (Ro. 3:19-20; 5:20; 7:14; Gá. 3:10, 19-22). Sólo por medio del Cristo era y es posible la salvación humana (Jn. 3:16; Ro. 3:24).
  • ·      Dios continuamente sustenta Su creación con Su poder y amor y está continuamente involucrado en guiar el curso de la historia en dirección a la plenitud de Su Reino donde “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos;  y ya no habrá muerte,  ni habrá más llanto,  ni clamor,  ni dolor” (Ap. 21:1-5; Sal. 145:8-9; Mt. 5:45; Is 65:1; Ro. 8:19-23; Nm. 23:19; He. 11:3).


JESÚS:
  • ·      Jesús[17] es el nombre del Mesías o el Cristo provisto por Dios para salvar a la humanidad, deshacer la obra del Adversario y restaurar a la creación de las consecuencias del pecado (Mt. 1:16, 21; Lc. 1:31-33; Jn. 3:16-17; 1 Jn. 3:8). 
  • ·      Fue concebido en el vientre de una mujer, María, por obra de Dios (Lc.1:26-38)[18].
  • ·      Es el “cordero de Dios”[19], designado por Dios para ser sacrificado y así quitar el pecado del mundo (Jn. 1:29, 36; Is. 53:4-6; He. 9:11-14) y es el “Hijo unigénito de Dios”, enviado por Dios, por amor a la humanidad, por medio de quien una persona que cree recibe salvación y es rescatada del poder de Diablo (Jn. 3:16-17; 1 Jn. 4:9; He. 2:14; Col. 1:12-14; Hch. 10:38).
  • ·      Su condición humana tuvo que ser tan plena como lo fue la de Adán en su origen (1 Jn. 4:2,3; 1 Ti. 2:5). Pues si por la desobediencia de uno (Adán) entró el pecado y la muerte, sólo por la obediencia de uno similar al primero (Jesucristo) podían entrar la justificación, la salvación y la vida (1Co.15:21-22; Ro.5:17-19). De este modo, la victoria sobre Satanás es justa.
  • ·      Al igual que Adán, fue un ser humano de carne (1 Jn. 4:2,3; 1 Ti. 2:5), nacido sin la condición interna que impulsa al pecado (como la que tenemos todos los seres humanos)[20] pero con la misma capacidad y libertad que el resto de los seres humanos de decidir obedecer o no a Dios (Ro. 5:19; Mt. 26:39, 53). Él aprendió acerca de Dios (Mt. 4:4) y fue tentado en todo aspecto, conforme son tentados los seres humanos, sin embargo él siempre hizo la voluntad de Dios, dando testimonio de Dios y viviendo perfectamente y sin pecado (Jn. 5:30; He. 4:15)[21].
  • ·      Durante su vida en la Tierra, dio a conocer plenamente al Padre (Jn. 1:18), manifestando el amor de Dios con sus palabras y hechos (Jn. 5:19-20)[22]. El mensaje central y continuo que transmitió durante su ministerio fue el evangelio (buena noticia) del reino de Dios (Lc. 4:43; Mr. 1:14-15; 4:26; 4:30; 10:14-25; Mt. 6:33; 12:28; etc.), siendo él mismo el Rey designado por Dios de ese reino que predicaba (Mt. 2:2; 27:29; Lc. 19:38-40; Jn. 1:49; 18:33-37; Ap. 17:14). Pero aunque fue el Rey Ungido por Dios, en aquel entonces él no usó esa autoridad para gobernar y juzgar y eliminar definitivamente el mal, (cosas que el rey prometido por Dios deberá hacer) sino para librar y salvar a los oprimidos por el Diablo. (Fil. 2:5-8).
  • ·      Fue injustamente torturado y murió como sustituto por los pecados de la humanidad. (Is. 53:4-6; Mt. 27; Mr. 15; Lc. 23; Jn. 19)
  • ·      Estuvo tres días y tres noches muerto. Al tercer día Dios lo levantó corporalmente de entre los muertos para no morir nunca más (Lc. 24:6-7; Rm. 6:9; Hch. 2:21-32). En su resurrección se selló la victoria del plan de Dios (Ro. 1:4; 6:5 1Co. 15:12-22; 1P. 1:3; 3:21).
  • ·      40 días después de su resurrección, fue ascendido por Dios a los cielos, a la diestra[23] de Dios (Hch. 2:33-34; 5:31; 7:55-56; Ro. 8:34; Ef. 1:20; Col. 1:18; 3:1; 1 Pe. 3:22; Lc. 20:42; 22:69).
  • ·      Según la promesa de Dios, él volverá a la tierra para reinar sobre las naciones (Is. 9:6-7; Jer. 23:5-6; Lc. 1:32-33; Ap. 11:15).
  • ·      Jesús es el “primogénito de entre los muertos” (Col 1:18), esto significa que es el primero en resucitar en una nueva clase de vida.

EL SEÑORÍO DE JESÚS:
  • ·      Luego de ser resucitado con cuerpo espiritual, y ser ascendido a los cielos, Dios hizo a Jesús Señor por sobre toda la creación, dándole toda autoridad y poder sobre los cielos y la Tierra, y un nombre que es sobre todo nombre, siendo él el segundo en autoridad después de Dios (Hch. 2:36; Ef. 1:20-21; Fil. 2:9; Col. 2:9-10).
  • ·      Jesús también fue puesto como “cabeza” de un Cuerpo[24] espiritual formado por la Iglesia[25] de Dios (Ef. 1:22-23; 5:23; Col. 1:18). Como tal, él está cuidando, nutriendo y dando poder a cada miembro de su Cuerpo (Col. 2:19; Ef. 4:11-13, 16).
  • ·      A pesar de ser Rey y Señor, él ahora no está ejerciendo plenamente como juez y gobernador de las naciones, lo cual hará en un futuro (Ap. 20:4-6). Durante el período presente está utilizando su poder y autoridad para salvar a todo el que cree (Jn. 6:40), a través del testimonio y la predicación de la Iglesia, que es Su Cuerpo (Mt. 28:18-20; Hch. 1:6-8; 2 Pe. 3:15; Ef. 4:11-12).
  • ·      Por lo tanto, Jesús es el Rey designado por Dios, y reinará hasta el momento en el futuro en que todos los enemigos de Dios sean destruidos y él entregue el reino a Dios (1 Co. 15:24-25).
  • ·      Jesús es el único hombre designado como Señor, es el único mediador entre Dios y los seres humanos, y es el único mediante quien se puede obtener salvación (Ef. 4:5; 1 Ti. 2:5; Hch. 4:12).

JUSTIFICACIÓN[26] Y SALVACIÓN[27] POR FE[28]:
  •   Debido a que ninguna persona es capaz de cumplir los requisitos legales de Dios para obtener la salvación (Ro. 3:19-20), el único medio por el cual se puede obtener el acceso a Dios, ser hecho hijo de Dios y obtener la vida perpetua en el reino de Dios es la fe (Ro. 3:22; Gá. 2:16; 3:26; Ef. 2:8; 3:12, 17).
  • ·      Todo el que cree en Jesús como Señor es perdonado de sus pecados y es tratado como justo por Dios (justificación) (Ro. 5:1-2), a causa de esto, entre otras cosas: es perpetuamente reconciliado con Dios en el vínculo del espíritu (2 Co. 5:19); es salvado de la muerte y de la ira de Dios[29] (Ro. 10:9-10, 13; Ro. 6:23; Ro. 5:9; 1 Ts. 5:9);  es hecho “hijo de Dios”[30] (Jn. 1:12; Ro. 8:14-16; Gá. 3:26; 4:6; 1 Jn. 3:1-2); pasa a ser una “nueva creación” (2 Co. 5:17; Gá. 6:15); recibe la vida de la era futura[31] (Ro. 5:20-21; 6:22-23; 1 Ti. 1:16); queda fuera de toda acusación y condena (Ro. 8:33-34); y jamás será separado del amor de Dios a causa de su perpetua unión con Cristo (Ro. 8:35, 39).
  • ·      Al tratarlo como justo, Dios hace que el creyente, por su fe, sea espiritualmente “uno” con Jesucristo (Jn. 17:20-23; Gá. 3:28; 1 Co. 12:12; 2 Co. 5:14; Ef. 2:15-16), Dios lo considera muerto, resucitado y ascendido con él (Ro. 6:4-11; Ef. 2:4-6; Col 2:12-14). Por la muerte sustituta de Cristo, el que ha creído en él como Señor recibirá la misma clase de vida que él, siendo coheredero de Jesús en el reino futuro (Ro. 8:17; Ef. 3:6)[32].
  • ·      La única fe que permite a una persona obtener la justificación y salvación de Dios consiste en escuchar y aceptar de corazón el anuncio que el Evangelio nos brinda acerca de lo que Dios hizo por medio de Cristo para rescatarnos del pecado y la muerte y salvarnos para vida y gloria. Creemos que este es el contexto en el que debe ser entendida la maravillosa conclusión presentada por el apóstol Pablo en Romanos 10:9 en cuanto al único camino para recibir Salvación  "que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor,  y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos,  serás salvo".   (Ro. 10:9-17).
  • ·      La justificación y salvación no requiere condición ni capacidad en una persona, más que su decisión de reconocer su estado de muerte y perdición a causa del pecado y aceptar el santo amor y la gracia de Dios en Cristo (manifestado en su muerte expiatoria, resurrección y señorío) para otorgar (por medio de la fe) el perdón gratuito de todo pecado (1Tim.1:13-16).
  • ·      La justificación y salvación es gratuita para el que cree (Ro. 3:24; 1 Co. 2:12; Ef. 1:5-6), es un regalo (o don) de Dios que se recibe por fe (Ef. 2:8) y de ningún modo se puede obtener por obras humanas (Ro. 3:19-28; 8:1-3; He. 9:9-11).
  • ·      La justificación y salvación, una vez obtenidas, no pueden “perderse” ni “devolverse”. Nada de lo que haga una persona, luego de ser salva, le hará perder la posibilidad de vivir perpetuamente en la era futura. No se puede dejar de ser “hijo de Dios” (Ro. 6:23; 11:29; 1 Jn. 3:1-2; 8:31-39)[33].
  • ·      Es la voluntad de Dios que habiendo recibido por fe, nos apartemos del pecado y andemos por fe. (Rm. 1:17; Ef 2:8-10; Col. 1:10; Col. 2:6). A este andar por fe la Biblia llama “ocuparse de la salvación” (Fil. 2:12)[34]. Esta fe también parte del conocimiento del Hijo de Dios (Jesús), conforme enseña el Evangelio (Rm 10:17; Ef. 4:13; Ro. 1:16-17; Gá. 3:17-19)
  • ·       Cuando la fe en Cristo está activa en el corazón, genera un cambio de mentalidad (que al principio es básico) en cuanto a dejar el pecado, que conduce a la persona a reconocer y rechazar el pecado y a acercarse a Dios, dándole gloria por Su gracia y amor, determinándose a ajustar su modo de vida en semejanza a Jesucristo. (Gá 5:6; Fil. 3:9; Hch. 2:38; 3:19[35]; Hch. 4:12; Ro. 1:16-17; Is. 43:7; 1 Co. 10:31; Fil. 1:9-11; 2:9-11; 1 Pe. 1:21; Gá. 5:6; Fil. 3:9).

EL BAUTISMO[36]
  • · Todos los que creen en Jesucristo conforme a lo que las Sagradas Escrituras testifican de él son “lavados” de sus pecados (Hch. 2:38) y “sumergidos” en un mismo Espíritu con Cristo (1 Co. 12:13), unidos a Él en una misma realidad espiritual (Ro. 6:1-4; Gá. 3:27) formando un solo Cuerpo con él (Ro. 12:4-5; 1 Co. 12:12-27; Ef. 3:6; 5:23). Esto significa ser bautizados “en espíritu santo” o “en el nombre de Jesucristo” [37]
  • ·      El bautismo en espíritu santo es el único bautismo capaz de remover el pecado y participarnos de la vida de Dios en Cristo. (Ro. 6:1-7; Gá. 3:27; 1 P. 3:18-21; Ef. 4:5).[38]
LA ESPERANZA:
  • ·      En un tiempo determinado por Dios, que no está revelado en la Biblia (Mt. 24:36), Cristo aparecerá en las nubes del cielo y llevará hasta allí a todos los que han creído en él como Señor. En este evento los muertos en Cristo resucitarán con cuerpos incorruptibles y los que estén vivos serán transformados con cuerpos inmortales y todos serán reunidos con Cristo, en el cielo (1 Co. 15:47-54; 1 Ts. 4:14-17; Fil. 3:20-21).
  • ·      Una vez que los creyentes estén reunidos en el cielo, comenzará en la Tierra el período de “ira de Dios”, relatado en el libro de Apocalipsis (Ap. 6:1-17; 15:1,7; 16:1; Is. 34:1-8), en el cual Dios enviará el castigo sobre la maldad humana (Ro. 2:5-6; 12:19; Ef. 5:6). Los hijos de Dios no estarán en la Tierra en el momento que esto suceda, sino que estarán a salvo, en el cielo, con Cristo (Ro. 5:9; 1 Ts. 1:10; 4:16; 5:9).
  • ·      Luego de esto, el Diablo será apresado durante mil años (Ap. 20:2), en los que Cristo reinará sobre la Tierra y los hijos de Dios serán reyes y sacerdotes de su reino (He. 5:1-8; Ap. 1:6; 5:10; 11:15; 12:10). En su reinado, Jesús hará justicia con la humanidad y habrá paz y abundancia para todos (Is. 9:6-7; 11:1-9).
  • ·      Pasado este tiempo, Jesús entregará su reino a Dios y llegará el fin de los tiempos, en el que Dios hará nuevos cielos y nueva tierra (Ap. 21 y 22), todo mal será destruido (Ap. 20:10-15) y Dios será “todo en todos” (1 Co. 15:24-28).
  • ·      Resumiendo: El propósito de Dios en Su creación fue tener una familia de seres humanos viviendo perpetuamente en la Tierra, en una relación de profundo amor con Él y de unos con otros. Esto sucederá al final de Su plan de salvación y constituye la esperanza del cristiano[39], la cual es “nuestra firme y segura ancla del alma” (He. 6:17-19).

EL DON DE ESPÍRITU SANTO[40]:
  • ·      Al aceptar a Jesús como Señor, una persona recibe el don de espíritu santo (Hch. 2:38).
  • ·      El don de espíritu santo es la esencia y naturaleza de Dios impartiendo Sus características y atributos a los creyentes por medio de Cristo. Es la mismísima naturaleza de Dios, que llena plenamente a Cristo y que penetra en aquellos que por la fe son unidos a él en un Cuerpo espiritual (Col 2:9).
  • ·      Este don hace que una persona sea partícipe de la naturaleza de Dios (2 P. 1:2-4) y que pueda acceder al poder de Dios y manifestarlo en el mundo a fin de testificar sobre la salvación de Dios en Cristo y edificar a otros creyentes cristianos (Hch. 1:8; 2:4; 4:31; 1 Co. 12:7-11; 1 Co. 14).
  • ·      El espíritu santo también es el sello y garantía de que el creyente es un hijo de Dios y de que vivirá para siempre en el futuro reino de Dios (Ef. 1:13-14; 2 Co. 5:5).
  • ·      Por medio del don de espíritu santo, una persona tiene la acción continua de Dios y de Cristo en su interior, generando en ella el deseo de hacer la voluntad de Dios y dándole la capacidad potencial para llevarla a cabo (Fil. 2:13; Gá. 5:16-18; Ro. 6:17-22).
  • ·      El espíritu santo no se recibe como un don individual sino que existe sólo un espíritu que une a todos los cristianos en un solo “Cuerpo” espiritual cuya cabeza es Cristo (Ef. 2:18; 4:4; 1 Co. 6:17; 1 Co. 12:13).
  • ·      Los poderes y capacidades dados por Dios a través del don de espíritu santo son dados principalmente para que los creyentes puedan crecer en la comunión con Dios, con Jesucristo y con el resto de los santos; cumplir con su función dentro del Cuerpo, que es la Iglesia; y dar testimonio de la obra de Dios en Cristo para salvación de otras personas (Ef.4:7-16; 1Co.12; 1Co.14; Hch 1:8)
  • ·      Por medio de este don, un cristiano también recibe la capacidad de producir “fruto espiritual” para gloria de Dios (Gá. 5:22-23; Jn. 15:8; Ro. 7:4; Fil. 1:11).

TRANSFORMACIÓN Y SANTIFICACIÓN:
  • ·      Luego de hacer a Jesús su Señor, una persona pasa a ser un “hijo de Dios”, si bien esta condición es inalterable y perpetua (será hijo de Dios para siempre), esto no debería utilizarse como una “licencia” para el pecado, porque la voluntad de Dios es que se busque la santidad[41] (Ro. 6:9, 22; 1 Ts. 4:3-7; 2 Pe. 1:3-8; He. 10:19-27), desarrollando una vida de obediencia de fe a Dios, de modo que produzca fruto espiritual y glorifique a Dios con Su vida, llevando también a otras personas hacia la salvación (Ro. 6:1-23; 12:1-2; 1 Ti. 2:3-4; Gá. 5:22-26).
  • ·  La santificación o transformación no es producto de una disciplina humana que pueda llevar a una mejora de pensamientos o acciones, sino una obra interna de Dios en el creyente cuando éste decide ofrecer su vida a Dios e ir despojándose de las acciones y pensamientos propios de esta era corrompida (Ro. 12:1-2; Gá. 1:4; 2 Co. 4:4; 6:14-17; Ef. 2:2; 4:17-20; Stg. 4:4; 1 P. 1:14; 2 P. 1:4; 1 Jn. 2:15-17; 5:19; Ap. 12:9) Este proceso es resumido en las palabras del apóstol Pablo “ya no vivo yo, mas ahora vive Cristo en mi” (Gá. 2:20).
  • ·       Dios llama a los creyentes a ocuparse diligentemente en este aspecto de la salvación ya recibida, guardando el corazón con el evangelio y creciendo en el nuevo entendimiento en cuanto a nuestra  identificación espiritual con Cristo (Ro. 6:2-13; Fl. 3:8-10).
  • ·      El poder transformador reside en la vida espiritual que Dios puso en el creyente al salvarlo en Cristo y unirlo a él. Esta vida espiritual de Dios en Cristo en el creyente tiene el poder potencial de transformar la vida a semejanza de Cristo y lograr que los creyentes lleven fruto espiritual (1 Co. 2:16; Fil. 2:12-13; Ro. 12:1-2; Gá. 5:22-23). Ese poder potencial dado por Dios es activado cuando el creyente actúa por fe en Dios (Gá. 3:2, 5), de modo que todo el proceso de salvación (recepción y transformación) es por medio de la fe (Rm 1:17; Gá. 3:1-5).
  • ·      La santificación no se produce solamente por “hacer” las obras que la Biblia manda. La transformación y santificación surgen cuando, primeramente, un creyente decide elegir dirigir los pensamientos a las realidades espirituales que se desprenden de la salvación, aprendiendo a recibir lo que Dios, en amor y por medio de Cristo (y por medio del don de espíritu santo), produce en su interior, mientras desarrolla su esperanza en la gloria venidera de Su reino (Stg. 2:14-26; Ro. 12:1-3; Fil. 2:5-8; 2 Pe. 1:3-8; He. 3:6; 6:18; 10:23; 1 Ts. 1:3). Las “buenas obras” son consecuentes a la transformación y no la base de ésta (Ef. 2:10; He. 10:24; Tit. 3:8). Obrar de manera correcta, pero con un corazón distante de la fe en Dios no produce la santificación y transformación de Dios (Mt. 15:8-9; Gá. 3:1-5)[42].
  • ·      También es necesario desarrollar constancia en la oración[43] a Dios (Ro. 12:12; Ef. 6:18; Fil. 4:6-7; Col. 4:2-4; 1 Ti. 4:4-5; 1 P. 3:12), crecer en la obediencia basada en la fe y practicar la comunión con los demás miembros del Cuerpo de Cristo (2Pe.1:3-11; Ef. 4:7-16; Ro. 12:4-8; 1 Co. 12:12-31).
  • ·      La fe que nos une de manera activa con Cristo produce fruto espiritual, el cual es indicativo de que la santificación o transformación cristiana está sucediendo (Mt. 17:6-20; Lc. 6:43-45; Gá. 5:22-23).[44]
  • ·      A medida que el cristiano es transformado, irá creciendo en su amor[45] para con Dios y para con todos sus hermanos espirituales (Lc. 10:27; Jn. 13:35; 1 Jn. 3:16; 4:7-18; Ro. 12:9-10; 1 P. 1:22; 4:8; He. 10:24; 1 Ti. 1:5, 14; 2 Ti. 1:7; 1 Co. 16:14; Gá. 5:13), conforme al ejemplo que dejó por medio de Jesucristo (Jn. 15:9; 17:26; Ro. 5:8; 2 Co. 8:9; Ef. 2:4; 5:2). Quien anda en el perfecto amor, cumple y completa todas las leyes de Dios (Ro. 13:10; 1 Jn. 5:3; 2 Jn. 1:6; Mt. 22:36-40).
  • ·      Dado que la fe que activa todos estos procesos que conducen a la transformación o santificación proviene del evangelio (o “buena noticia”) del reino de Dios, éste debe considerarse la fuente continua de conocimiento y poder para el cristiano (Ro. 1:16-17; 10:17).

EL CUERPO DE CRISTO:
  • ·      Todos los que han hecho a Jesús su Señor fueron rescatados del pecado por una misma sangre (He. 9) y fueron bautizados en un mismo espíritu para formar parte de un mismo Cuerpo (1 Co. 12:13) cuya cabeza es Cristo. En otras palabras, todo hijo de Dios es una parte funcional de una unidad espiritual vital dirigida por Jesucristo (Ro. 7:4; 12:5; 1 Co. 12:12, 27; Ef. 2:15; 3:6; Co. 1:24).
  • ·      Por formar un Cuerpo en Cristo, cada hijo de Dios tiene una función única y peculiar para servir a Dios y edificar a otros miembros del Cuerpo (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:12-18).
  • ·      El servicio de cada miembro tiene como objetivo lograr que todos los hijos de Dios lleguen a una unidad en la fe y el conocimiento acerca de Jesús (Ef. 4:10-13).
  • ·   Como miembros de un mismo Cuerpo, los creyentes cristianos deberían amarse unos a otros (1 P. 1:22-23 Jn. 13:34; 15:12, 13; 1 Jn. 2:10; 3:23; 4:21) y desarrollar una relación de interdependencia, en donde todos se ayudan y edifican mutuamente (Ro. 12:4-10; Ef. 4:11-16). Ningún miembro debería ser considerado innecesario por los otros miembros, se debería cuidar especialmente a los más débiles (1 Co. 12:18-26; Ef. 5:29).
  • ·     La plenitud y madurez espiritual de una persona no se produce en un andar individual con Dios, sino en la comunión y la estrecha relación con otros hijos de Dios (Ef. 4:8-16; Col. 2:19; 3:15-17; 1 Co. 12:26).
  • ·     El Cuerpo es lo que da plenitud a Dios mismo (Ef. 1:22-23). Por esto creemos que uno de los principales puntos de ataque del Adversario, el Diablo, es el Cuerpo de Cristo (Fil. 3:2; Ro. 16:17-18; Tit. 3:10; Jud. 1:17-19; 2 Co. 11:14-15; 1 Jn. 3:10).
  • ·      Jesús fue el fiel representante de Dios mientras vivió en la Tierra, siendo perfectamente obediente al Padre (Jn. 5:19, 30; 14:5-11), él mostró plenamente el amor de Dios (Jn. 1:18; 15:9-13), predicando el evangelio del reino, sanando enfermedades y liberando a los oprimidos por el Diablo (Mr. 1:14; 4:23; 9:35; Lc. 8:1; 9:6; Hch. 10:38) con el fin de que las personas sean salvas y conozcan la verdad de Dios. Como Señor ascendido, creemos que Él ahora sigue haciendo estas mismas cosas a través Su Cuerpo. En otras palabras, cada hijo de Dios está llamado a cumplir una función dentro del Cuerpo y a unirse estrechamente con Cristo Jesús y con los otros hermanos (Mt. 18:19-20; Jn. 14:18-23; 15:1-8), de modo de formar una unidad que represente a Dios en la tierra, predicando el Evangelio del reino de Dios (Mt. 24:14-15; Mr. 13:10; Hch. 28:30) y haciendo las obras que hizo Jesús en la tierra y aún mayores (Jn. 14:10-12), con el fin de que las personas sean salvas y conozcan la verdad de Dios (1 Ti. 2:3-4).

LA BATALLA ESPIRITUAL:
  • ·      Luego de la caída de Adán, el Diablo adquirió gobierno sobre el mundo y ejerce gran influencia sobre éste, por lo cual es llamado “el dios de esta era” y “el príncipe de este mundo” (2 Co. 4:4; Mt. 4:8-9; Jn. 12:31; 14:30; 16:11; Ef. 2:2; 6:12; 1 Jn. 5:19).
  •    Actualmente el Adversario, junto con otros seres espirituales caídos están constantemente actuando en oposición a los planes de Dios, haciendo el mal, mintiendo, enfermando y asesinando a las personas, física, mental y espiritualmente (Gn. 3:1-5; Jn. 8:44; 2 Co. 4:4; Mt. 12:43; Mr. 9:25; Mt. 9:33; 15:22; Ef. 2:2; 1 Co. 7:5; 1 Pe. 5:8)[46]. Pero su principal objetivo es que las personas no conozcan a Dios y no conozcan el evangelio de Dios (2 Co. 4:4; Jn. 12:40).
  •     Con el fin de alejar a las personas de Dios, Satanás utiliza múltiples artimañas engañosas (2 Co. 2:11; 11:3), él se disfraza como ángel de Dios y sus súbditos se hacen pasar por ministros y mensajeros de justicia (2 Co. 11:13-14; Jn. 13:2).
  •     La armadura por excelencia con la que Dios equipa al ser humano para resistir y combatir al Diablo y sus huestes espirituales de maldad se obtiene fundamentalmente mediante la creencia, la confianza y la obediencia a Dios (basada en el conocimiento y entendimiento de Su Palabra, Sus promesas, Su poder, y la autoridad de Jesucristo), junto con la perseverancia en la oración y la comunión con otros miembros del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:13-14; 6:10-18; Stg. 4:7-8; 1 P. 5:8-9).
  •    Los cristianos han sido investidos con poder de Dios (Hch. 1:8; 4:33; 6:8; 8:6-13; 1 Co. 2:4, 5; 4:20) y tienen la responsabilidad de luchar (conforme a sus posibilidades) contra las huestes espirituales de maldad para ayudar a otras personas a conocer a Dios y ser rescatadas del poder del Diablo (2 Ti. 2:24-26; Ef. 6:10-19; 2 Co. 5:18-19; Hch. 13:10-11; 2 Co. 10:11). 



Conclusión

Lo que hemos presentado es lo que consideramos el mensaje central de las Escrituras, lo cual constituye, como hemos dicho, el Evangelio del Reino de Dios.
EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS testifica la salvación que Dios ha logrado para la humanidad por medio de la vida, muerte y resurrección de Jesús. El evangelio es lo que nos revela el amor de Dios por la humanidad.
Creemos que el evangelio del Reino de Dios es el tema central de la Biblia, es el acceso al poder de Dios, es lo que da origen a la fe salvadora y es el fundamento de una iglesia unida. Por lo tanto, consideramos que el Evangelio del Reino de Dios es el PRINCIPIO DOCTRINAL CONTINUO a considerar, creer y predicar.
Cada enseñanza de las Escrituras procede del Evangelio y, a su vez, cada enseñanza de las Escrituras nos da a entender algo sobre el Evangelio.





NOTAS:


[1] Los hombres que escribieron aquello que Dios inspiró escribieron en el lenguaje que utilizaban en la época que Dios les mandó a escribir, las lenguas antiguas sobre las cuales fue originalmente escrita la Biblia son el hebreo y el griego, quizá algunas partes fueron originalmente escritas en sirio-caldeo y arameo. Creemos que originalmente la Biblia contenía 49 libros: 22 en Hebreo (llamados comúnmente “Antiguo Testamento”) y 27 en Griego (llamados comúnmente “Nuevo Testamento”); varios de éstos libros han sido posteriormente divididos, formando los actuales 66 libros de la Biblia protestante, a saber: Génesis; Éxodo; Levítico; Números; Deuteronomio; Josué; Jueces; Rut; 1 y 2 de Samuel; 1 y 2 de Reyes; 1 y 2 de Crónicas; Esdras; Nehemías; Ester; Job; Salmos; Proverbios; Eclesiastés; Cantares; Isaías; Jeremías; Lamentaciones; Ezequiel; Daniel; Oseas; Joel; Amós; Abdías; Jonás; Miqueas; Nahúm; Habacuc; Sofonías; Hageo; Zacarías; Malaquías; Mateo; Marcos; Lucas; Juan; Hechos; Romanos; 1 y 2 a los Corintios; Gálatas; Efesios; Filipenses; Colosenses; 1 y 2 a los Tesalonicenses; 1 y 2 a Timoteo; Tito; Filemón; Hebreos; Santiago; 1 y 2 de Pedro; 1, 2 y 3 de Juan; Judas y Apocalipsis. Algunas religiones y denominaciones consideran que existen otros libros que deben ser incluidos dentro del marco de la “Biblia”, pero nosotros no creemos que esos hayan sido inspirados por Dios y no consideramos que ningún otro escrito fuera de éstos deba ser considerado como parte de las Sagradas Escrituras o “la Biblia”.
[2] Creemos que las contradicciones y errores que se le atribuyen a la Biblia se deben a una falla humana, ya sea en una antigua copia, en la traducción a otros idiomas, o en el entendimiento de quien está leyendo. De aquí se desprende el hecho de que es necesario no sólo leer la Biblia, sino también estudiarla y considerarla atentamente, con oración a Dios, para recibir su mensaje. Nosotros creemos que Dios, como Autor de la Biblia y Creador de la mente humana, ha transmitido Sus Escrituras de modo comprensible para el ser humano. Algunos enseñan que las Escrituras de Dios tienen un mensaje “espiritual” y “figurado” que es muy difícil de comprender. Pero si Dios inspiró Su palabra para que la humanidad lo conozca, entonces Sus palabras tienen que haber sido expresadas en términos que puedan ser entendidos por cualquier ser humano y Su Palabra debe poder leerse y estudiarse utilizando los mismos procedimientos que para otros textos humanos. Si toda la Biblia está escrita en forma figurada, entonces cualquiera podría interpretarla del modo que le parezca y decir que Dios “le reveló” el verdadero sentido del texto. De esta forma se han generado muchas divisiones entre cristianos y se ha generado un sinfín de doctrinas erróneas. Creemos que las Escrituras deben leerse como un relato histórico y literal siempre que sea posible y que todo mensaje “figurativo” debe estudiarse conforme a la forma de expresarse de las personas en la época que fue escrita. Como Dios es perfecto, Su revelación escrita no puede contener contradicciones, así que la interpretación correcta de un pasaje no puede jamás contradecir a otros textos de las Escrituras y ni mucho menos puede ir contra el mensaje general del Evangelio de Dios.
[3] Creemos que las Escrituras, cuando son correctamente interpretadas, constituyen lo que Dios desea que creamos y practiquemos, por lo cual, en lo que se refiere a la relación espiritual con Dios, nadie debería ponerse bajo la autoridad de ninguna persona o institución que lo lleve a creer o practicar algo distinto que lo claramente enseñado por la Biblia (cuando es correctamente interpretada y entendida).
Creemos que la comprensión de la Biblia no sólo depende de leerla, estudiarla y considerarla, Dios debe dar la sabiduría para comprenderla, y esto lo hace cuando le oramos con una actitud humilde y de verdadero interés por conocerle (Pr. 2:1-7; 1 P. 5:5-6; Sal. 119:27, 34; Job 34:32), también reconocemos que Dios muchas veces da entendimiento a través de personas que Él capacita para tal fin (Ro. 12:6-8; 1 Co. 12:28-29; Ef. 4:11-12).
Dios ha dado dones y talentos a diferentes personas con el fin de que éstas capaciten a otros en el sano entendimiento de las Escrituras y las ayuden a alcanzar madurez en el andar espiritual (1 Co. 12:28-29; Ef. 4:11-13), sin embargo, éstos no deberían intentar manejar o controlar las conciencias y las acciones de las otras personas, sino sólo servir como guías de los indoctos. Nadie, por más que sea profundo conocedor de las Escrituras y esté sirviendo como líder en una congregación, debería promocionarse a sí mismo, o ser promocionado, como poseedor de toda la verdad y todo el conocimiento de las Escrituras (1 Co. 13:9).
[4] La palabra “evangelio” proviene de la palabra griega euaggelion, que significa “buena noticia, buena nueva, novedad agradable”.
[5] Al leer la Biblia, algunos piensan que hay varios evangelios, ya que se habla del “evangelio del reino” (Mt. 4:23); “el evangelio de Jesucristo” (Mr. 1:1); “el evangelio de Jesús” (Hch. 17:18); “el evangelio de Dios” (Ro. 1:1); “mi evangelio” (Ro. 2:16); “el evangelio de Cristo” (Ro. 15:19); “el evangelio de la incircuncisión” (Gá. 2:7); “evangelio de la paz” (Ef. 6:15); entre otros. Sin embargo, Pablo enseñó que sólo existe un evangelio (Gá. 1:6-9), por lo tanto, lo que vemos en las Escrituras no son diferentes evangelios, sino diversas formas de llamar a un mismo evangelio, las cuales se usan para enfatizar algún aspecto en particular de éste. Los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan son comúnmente llamados “los cuatro evangelios”, pero, más correctamente debieran ser llamados “los cuatro relatos de la vida de Jesús en la tierra” o “los cuatro relatos de la predicación del evangelio hecha por Jesús”.
[6] Al decir “fe para salvación” nos referimos a una clase de fe que permite a una persona recibir de parte de Dios todo aquello que la completará y sanará. Entre otras cosas, la fe en el Evangelio de Dios produce sabiduría (Sal. 119:97-103; 129-130; 2 Ti. 3:15);  da alegría y gozo (Jer. 15:16), sana y libera (Pr. 3:21-22; 4:20-22; Sal. 107:20); provee de paz, firmeza y seguridad (Pr. 3:21-26); produce fruto (Mt. 13:23; Gá. 5:22-23; Col 1:3-6); provee a una persona con todo lo necesario para toda buena obra (2 Ti. 3:16-17).
[7]Al decir “Dios” nos referimos al Ser Supremo, Aquél que tiene poder por sobre todo otro ser existente y, por lo tanto, merece el respeto, gloria y adoración del resto de los seres existentes. Él se dio a conocer al pueblo de Israel con un nombre, que directamente transliterado desde el hebreo se leería: YHWH (o YHVH), al cual se le agregan las vocales que corresponden a la pronunciación. A nuestro mejor entender, esta pronunciación es Yahweh o Yahvéh, aunque reconocemos que algunos antiguos manuscritos hebreos y arameos sugieren otras posibles pronunciaciones como “YeHWaH”, “YHoWHa”, “YeHoWaH”, “YHWiH”, “YeHWiH”, “YeHoWiH”, o “YaHWaH”, de ahí que diferentes versiones de la Biblia tengan distintos nombres para Dios. No creemos que la correcta pronunciación de Su nombre realmente interfiera en la relación con Él, por lo que, aunque tratamos de ser precisos, no nos preocupa demasiado cómo era la pronunciación correcta como para armar demasiado debate al respecto. Algunos judíos, maestros de la ley, malentendieron el mandamiento que Dios dio a Israel de no tomar el nombre de Dios en vano (Éx. 20:7) y, en un exceso de “prudencia” decidieron jamás mencionar el nombre de Dios, cambiando el hombre YHWH por la palabra hebrea Adonai (“Señor”) o Elohim (“Dios”). En la antigua traducción al griego que se hizo del texto hebreo (Septuaginta) se ha cambiado también el nombre de Dios por la palabra kurios: “Señor”, es por eso que varias versiones de la Biblia, basando sus traducciones en este texto, tienen la palabra “Señor” en lugar del nombre YHWH. Lo importante de todo esto es que el nombre Yahweh significa, literalmente “El que llegará a ser”, o “el que será”. Cuando Dios reveló Su nombre a Moisés, él le dijo a Moisés: “…YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros…” (Éx. 3:13-14) Mejor traducido, el pasaje debiera leerse como “Yo seré el que sea” o “Yo llegaré a ser el que llegue a ser”. En su sentido idiomático, da la idea de: “Yo seré Quien desee ser” o “Yo seré Quien sea necesario que sea”. Por lo tanto, entendemos que Dios no reveló Su nombre como una forma estricta de pronunciación para invocarlo, sino como una forma de dar a entender al ser humano de que Él puede ser todo lo que el ser humano necesita que sea: Creador, Salvador, Sanador, Protector, Dador de bienes, etc.
[8] A diferencia de otros cristianos, no creemos que Dios sea un Dios “tres en uno”, siendo al mismo tiempo “Padre”, “Hijo” y “Espíritu Santo”. Creemos que “el Espíritu Santo” es un título para Dios y que Jesús, es Hijo de Dios y no “Dios hecho carne”.
[9] En la Biblia la palabra “Espíritu” es la traducción de la palabra hebrea ruaj y la palabra griega pneuma, que significan “fuerza invisible” o “aire en movimiento”. Al decir que Dios es Espíritu, se refiere a que Él es un ser poderoso e invisible y no tiene un cuerpo físico, de carne.
[10] Creemos que Él es el Rey supremo del Universo, aunque ahora mismo no está ejerciendo en plenitud Su reinado sobre la Tierra, porque ha delegado al ser humano la autoridad sobre ésta hasta que establezca Su gobierno sobre la Tierra y haga que todo se sujete a Él (1 Co. 15:28). Aun así, aunque en la actualidad los hombres y de los espíritus tienen autoridad de decidir y actuar según su libre albedrío, este libre albedrío tiene límites establecido por Dios, que nadie puede transgredir sin recibir consecuencias, lo cual indica la presencia activa y vigente de Su poder soberano.
[11] Al decir que “Dios es amor”, creemos que se refiere a que Dios, es en esencia un Dios amoroso y de Él no pueden proceder actos carentes de amor. Decimos que es “perfecto amor”, porque Su manera de amar y actuar no son conforme a estándares humanos, Él es quien posee el verdadero amor. Las Escrituras nos revelan parte de la naturaleza de este amor, el cual comprende tanto Su obra de perfeccionamiento para con los que le buscan y aman como Su ira y destrucción sobre el que hace maldad y se rehúsa a creerle y aceptar Su salvación (Ro. 1:18), por eso, incluso sus juicios y condenas son hechas con amor y de Su amor parten todos Sus atributos, como la gracia, la misericordia y el perdón (Éx. 34:6,7; Sal. 86:15; 2 Co. 13:11; Ef. 2:4).
[12] Algunos otros nombres y títulos dados al Enemigo de Dios son “Acusador de los hermanos” (Ap. 12:10); “Adversario” (1 Pe. 5:8, aquí la palabra griega significa “oponente legal,” “acusador”); “Destructor” (1 Co. 10:10, hebreo “Apolión” en Ap. 9:11); “Beelzebú” y “príncipe de los demonios” (Mt. 12:24; Lc. 11:15; Mr. 3:22); “Belial” (2 Co. 6:15); “Engañador” (Ap. 12:9; 20:3); “el Maligno” (1 Jn. 5:19); “el dios de este mundo” (1 Co. 4:4); “homicida,” “mentiroso” y “padre de mentira” (Jn. 8:44); “Príncipe de este mundo” (Jn. 12:31; 14:30; 16:11); “príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2); “el tentador” (Mt. 4:3; 1 Ts. 3:5).
[13]Nosotros no creemos en la “doctrina de la predestinación”, la cual propone que todo lo que sucede en la creación ya fue “escrito” por Dios y nada puede ser cambiado, por lo cual todos los seres creados son tan sólo actores de una “película” ya escrita por Dios. Esta doctrina no es compatible con la enseñanza bíblica del libre albedrío, porque si nuestras vidas ya están escritas, entonces nuestras decisiones no serían verdaderas decisiones.
[14] La palabra “pecado”, en la Biblia, es la traducción de la palabra griega hamartia, que primariamente significa “fallar a la marca”, y denota todo aquello que no está perfectamente de acuerdo con la voluntad de Dios.
[15] La palabra “salvación” es la traducción de la palabra griega sötëria, que según el contexto puede significar: “salvación, liberación, restauración, posición en la que se está preservado del daño o pérdida”. La palabra “salvación”, entonces, nos transmite el sentido de ser restaurados, liberados del mal y serpuestos en un lugar seguro, a salvo cualquier daño. En las Escrituras, la palabra “salvación” debe entenderse según la situación enunciada en el contexto. Aquí, cuando hablamos de la “salvación del ser humano”, nos referimos a la restauración final del ser humano, la cual sucederá en el futuro, momento en que Dios restaurará a las personas que han creído, haciéndolas completas, sanas y poniéndolas a resguardo de toda clase de mal en una nueva Tierra y nuevo cielo, donde mora la justicia (Ap. 21:1-6; 2 Pe. 3:13).
[16]Tanto la palabra “Mesías” como “Cristo” significan “Ungido”, la primera deriva del hebreo y la segunda del griego. Antiguamente se ungía a las personas especiales con aceite, esto se lo hacía cuando la persona estaba designada para una función especial. Era frecuente ungir a sacerdotes (Éx. 29:7; Lv. 8:12) y reyes (1 S. 10:1; 15:17; 1 R. 1:45).
[17]El nombre “Jesús” es una transliteración del nombre griego “Iesous”, esta es la forma en que él es nombrado en los escritos griegos de la Biblia. Sin embargo, como él era de familia judía, su nombre original fue un nombre hebreo. Según lo que han investigado los eruditos, su nombre original muy probablemente era Yehoshua, o su forma abreviada Yeshua, ambos nombres significan “YHWH es salvación” o “El que salva”, y son el mismo nombre que normalmente se traduce “Josué” en la mayoría de las versiones de la Biblia al español. Aunque el nombre “Yeshua” sería más exacto, optamos aquí por llamarlo “Jesús” por ser el nombre con el que es conocido por la mayoría de las personas de habla hispana y no creemos que la variación en la pronunciación de su nombre pueda en alguna forma alterar la relación con Él.
[18] Algunos cristianos creen y enseñan que Jesús estuvo vivo en forma espiritual antes de nacer. Nosotros creemos que el nacimiento en el vientre de María fue el origen de Jesús y que él, aunque estaba en los planes de Dios, no existía antes de que Dios hiciera concebir a María.
[19]Antiguamente Dios había dispuesto que Su pueblo debía ofrecer sacrificios de animales para perdón de los pecados (Éx. 12; Lv. 4). Jesús es llamado “el cordero de Dios”, porque es un sacrificio ofrecido por Dios mismo, como pago definitivo por los pecados de la humanidad (Jn. 1:21; He. 9:11-14).
[20]Las Escrituras nos dicen que el ser humano, por estar corrompido a causa de la caída de Adán y Eva, nace con una mentalidad corrompida, de la cual surgen deseos de pecar (Ro. 5:12; 7:14-23; Gá. 5:17). Adán no tenía esta mentalidad corrompida, por lo cual creemos que tampoco la tuvo Jesús, él podía ser tentado desde su exterior, pero no desde su interior, como nosotros.
[21] A diferencia de lo que creen muchos cristianos, nosotros no creemos que Jesús es “Dios hecho carne”, ni tampoco la encarnación de un ángel o espíritu, sino que fue un ser humano de carne concebido en el vientre de María por obra de Dios.
[22] Por medio de sus palabras y acciones podemos comprender más acabadamente el amor de Dios, Quien desea dar vida, sanidad, liberación, misericordia, y justicia a la humanidad; y también, por medio de Jesús, podemos ver con más claridad que la muerte, la enfermedad, la tentación y todos los males de la creación provienen del Adversario, el Diablo y sus malignos seguidores, a quien Jesucristo puso en evidencia públicamente, y a quién también venció (Jn. 10:10; Col. 2:15). 
[23]La palabra “diestra” es una expresión que se usa para expresar “la mano de bendición”. Por eso, al decir que Jesús está “a la diestra” de Dios, no significa que él esté sentado e inactivo a la derecha del trono de Dios, lo que se quiere dar a entender es que Jesús está en la posición de máxima bendición de Dios, siendo el segundo después de Dios.
[24]La Biblia refiere al conjunto total de cristianos como un “Cuerpo” (1 Co. 12:12), lo cual es una forma figurada de dar a entender que la voluntad de Dios es que Sus hijos se unan y trabajen juntos, en una relación de interdependencia que recibe sus órdenes de Jesucristo, que es la “cabeza” de este Cuerpo” (Ro. 12:4-8).
[25] Aunque hoy en día se llama “iglesia” a un edificio en donde se reúnen un grupo de personas, con fines religiosos, la palabra “iglesia”, en la Biblia, significa otra cosa. En la Biblia, la palabra “iglesia” es la traducción de la palabra griega ekklesia, que significa “asamblea, congregación” y refiere a un grupo de personas reunidas con un propósito en común. La Biblia llama “iglesia” al conjunto total de personas que han hecho a Jesús Señor (los “hijos de Dios”), pero también llama “iglesia” a un grupo de personas reunidas en un lugar determinado con el fin de adorar y servir a Dios, o de edificar la relación con Él. Por lo tanto, nosotros llamamos “Iglesia” (con inicial mayúscula) al conjunto total de creyentes cristianos, y llamamos “iglesia” al grupo de creyentes que se reúne en un lugar determinado.
[26]“Justificación” es la acción y efecto de ser tratados como justos por Dios. En otras palabras, consiste en que Dios da a una persona aquello que ésta merecería si fuera perfectamente justa. La ley de Dios daba los requisitos para que una persona llegue a ser considerada “justa” (Ro. 2:13). El “pago” recibido por cumplir perfectamente la ley de Dios es la vida perpetua en Su futuro reino (Pr. 2:21; Is. 65:9; Ro. 2:6-7). Sin embargo, nadie podía cumplir todos los requisitos de Dios para ser “justo” (Ro. 3:19-20) y, por eso, todos son merecedores de muerte (Ro. 6:23). Por medio de Jesús, Dios ha logrado que las personas puedan recibir la vida perpetua en la era futura sin tener que cumplir toda la ley, sino sólo creyendo en Jesús como Señor (Ro. 3:21-26; 4:25). Entonces, la “justificación por fe” consiste en recibir por fe algo que sólo se podría haber obtenido con el perfecto cumplimiento de la ley. No es que Dios nos “convierte” en justos, sino que, por el sacrificio de Cristo, somos “tratados como justos”.
[27] Ver nota 15.
[28]La palabra “fe” puede resultar confusa si no se comprende adecuadamente. La primera acepción de “fe” en un diccionario popular es: “Creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia…” (Diccionario Espasa Calpe, S.A.). Esta definición no representa adecuadamente el antiguo sentido de la palabra “fe”. Además, por la mezcla entre el cristianismo y las creencias místicas orientales, muchas personas piensan en la “fe” como un poder de la mente, capaz de producir resultados por sí misma, esto está lejos de lo que la Biblia llama “fe”. La palabra “fe”, en la Biblia, es la traducción de la palabra griega pistis, que significa primordialmente: “confianza, firme persuasión, convicción, seguridad, creencia, fidelidad”. La fe consiste en una convicción, confianza o persuasión en determinada información, que ejerce influencia en el curso de acción de una persona, no se trata de un mero ejercicio mental, sino de una convicción que impulsa determinadas acciones. En la Biblia, la fe no es presentada como “control mental” o un ejercicio del intelecto, sino como la convicción y seguridad de que Dios es sabio, fiel y obra para bien de los que le buscan (He. 11:6). Dicha convicción, al ser fortalecida, impulsa al creyente a la obediencia y fidelidad a Dios (Stg. 2:14-26).

[29]La “ira de Dios” es un evento futuro en el que Dios dará el castigo merecido a todos aquellos que hacen el mal (Ro. 1:18; 2:5; Ef. 5:6; Ap. 14:10; 15:1, 7; 16:1, 9).
[30] A diferencia de otros cristianos, nosotros no creemos que todos los seres humanos sean “hijos de Dios”, sino que sólo aquellos que han hecho a Jesús Señor pasan a ser “hijos de Dios”, porque en ese momento Dios pone de Su naturaleza espiritual en ellos. Como hijos de Dios, todos los creyentes cristianos son “hermanos” espirituales.
[31]Lo que la mayoría de las versiones de la Biblia traducen como: “vida eterna” debería, más adecuadamente, traducirse como “vida de la era”. La palabra que se traduce “eterna” es aionios. Aionios es una palabra derivada de aion, que significa “era, época”. Aionios, significa “relativo o perteneciente a la era”. Cuando la Biblia habla de “vida aionios” se refiere a la vida que Dios dará para vivir en la era futura. Aquella vida será perpetua, pero no la vida actual, porque la vida actual del ser humano está viciada con pecado y está destinada a morir (Ro. 7:24; 1 Co. 15:50).
[32] Es difícil poder comprender (y aún más explicar) lo que implica la identificación con Cristo en su muerte, resurrección y ascensión. El mismo apóstol Pablo dijo que él se esforzaba por conocer más acabadamente el poder de su resurrección (Fil. 3:7-14). Brevemente podemos decir, según nuestro mejor entendimiento, que cuando Cristo ofreció voluntariamente su vida en sacrificio, muriendo como el peor de los pecadores, proveyó a Dios de una forma legal y justa de dar a todos los que creen en Jesús lo mismo que dio a Jesús. Es así que Dios considera al creyente como “muerto” en su parte carnal y “resucitado” y “ascendido” en cuanto a la nueva naturaleza espiritual. La nueva creación que Dios hace en una persona cuando cree le da a esa persona la seguridad de que va a vivir perpetuamente en la era futura y le permite vivir parte de esa vida en el tiempo presente, en la medida en que actúa en obediencia a Dios.
[33]Sabemos que hay cristianos que enseñan que la salvación debe “mantenerse” por medio de buenas obras, o por medio de la obediencia a Dios y que si una persona peca mucho luego de ser salva, perderá la salvación y no podrá vivir perpetuamente en la era futura. Creemos que esta doctrina parte de la mala interpretación de algunos versículos bíblicos, sin embargo, el mensaje global de las Escrituras nos muestran que la salvación del cristiano está sellada y no hay vuelta atrás. Es un regalo de Dios, que es dado gratuitamente. No hay escrituras que digan que un creyente puede dejar de ser hijo de Dios, ni que puede ser “desmembrado” del Cuerpo de Cristo, o pasar de “vida a muerte”.
[34] La palabra “ocuparse” en Filipenses 2:12, es la palabra griega katergazomai, que significa primariamente “producir, trabajar para llevar a cabo algo". Este versículo nos estaría indicando que aunque tenemos asegurada la vida en la era futura, debemos andar en fe y obediencia a Dios para que nuestras vidas presentes reflejen la gloria de Dios y produzcan fruto. Por eso es que creemos que la certidumbre de la salvación futura no debe ser considerada como una licencia para el pecado, porque el pecado actual produce consecuencias negativas y, eventualmente, una muerte prematura, mientras que el andar conforme a la voluntad de Dios produce fruto espiritual y da al creyente la posibilidad de vivir con mayor plenitud esta vida presente.
[35]La  palabra que se traduce “arrepentíos” en versiones de la Biblia como la Reina Valera, es en griego metanoeö, que significa “cambiar de mentalidad”. En estos versículos, implica cambiar la mentalidad en cuanto a qué o quién es la prioridad en la vida. El cambio de mentalidad requerido para la salvación consiste en poner a Dios y a Cristo primeros en la vida, buscando la gloria de Dios por encima de la gloria humana, el dinero, el placer, u cualquier otra cosa.
[36]La palabra “bautismo” (en griego baptisma) es la acción y efecto de bautizar. La palabra “bautizar” proviene del verbo griego baptizö, que primariamente significa “sumergir” y de allí deriva también el sentido de “lavar”. Por eso, la palabra “bautismo” puede también traducirse como “inmersión” o como “lavamiento”.
[37] Cuando leemos en las traducciones de la Biblia al español que se habla de ser bautizados “en el nombre de Jesús” (como en Hch. 8:16 y 19:15), la palabra traducida “en” es en griego eis, que significa primariamente “hacia”. En 1 Co. 10:12 se usa la misma palabra en referencia a Moisés, diciendo que los del pueblo de Israel fueron bautizados “en [griego eis] Moisés”. En el relato de 1 Co. 10 queda claro que lo que se llama “ser bautizados en Moisés” se refiere a que el pueblo siguió a Moisés y por ello fue salvo de los Egipcios. Del mismo modo, entendemos que ser bautizados “en Jesús” significa ir “hacia” Él, o sea, comenzar a seguirlo para ser librados de la esclavitud del pecado y poder vivir en la Tierra prometida que Dios establecerá en el futuro.
[38] Creemos que el bautismo en agua no es requisito para la salvación de una persona. La Biblia declara que sólo fue simbólico del lavamiento del pecado que Cristo haría disponible con su muerte y resurrección (Mt. 3:11; Mr. 1:7-8; Lc. 3:16; Hch. 1:5; 11:16; 18:8; 19:1-4). Si alguien, por motivo de conciencia, desea bautizarse con agua, no creemos que esto sea perjudicial, pero tampoco creemos que haga una diferencia en cuanto a la relación con Dios.
[39] La palabra “cristiano” se usa, hoy en día, para designar a cualquier persona que profese creer en Cristo, sin embargo, muchos que dicen creer en Cristo, en realidad no lo han hecho a Él el Señor de sus vidas y no lo han aceptado de corazón como el Salvador de sus vidas. Nosotros, al usar la palabra “cristiano” en esta declaración, la utilizamos según su sentido bíblico. En la Biblia, la palabra “cristiano” se usa para designar a un seguidor de Cristo, alguien que le ha aceptado como Señor y Salvador e intenta vivir conforme a Su Señorío (Hch. 11:26).
[40] En la Biblia la palabra “espíritu santo” son la traducción del griego pneumahagion, y se usan con referencia a Dios (como en Hch. 1:16 y 13:2) y también con respecto al don dado por Dios (Lc. 11:13; Jn. 20:22; Hch. 8:15-17). Para diferenciar un uso del otro, nosotros utilizamos iniciales mayúsculas (“Espíritu Santo”) cuando nos referimos a Dios, y sólo letras minúsculas (“espíritu santo”), cuando nos referimos al don de Dios. Creemos que el don de espíritu santo es algo que Dios pone en cada creyente cristiano en el momento que acepta a Jesús como Señor y que no tiene vida propia, sino que funciona como una conexión con Dios y con Jesucristo, por medio de la cual un creyente accede al poder de Dios y por medio del cual Dios actúa dentro del creyente. El don de espíritu santo es referido en la Biblia también como “poder desde lo alto” (Lc. 24:49) “espíritu de Cristo” (Ro. 8:9); “espíritu de Dios” (1 Co. 7:40; 12:3); “don celestial” (He. 6:4),
[41]La palabra “santo” es en griego la palabra hagios, que significa “apartado, separado, consagrado, especial”. La Biblia llama “santo” a Dios, porque Él es un Ser especial, y separado del resto (2 R. 19:22; Is. 10:20; Ez. 39:7). Se llama “santos” a todos los que han aceptado a Jesús como Señor, porque ellos fueron separados por Dios para vivir perpetuamente (Co. 1:22; Ro. 1:7; 1 Co. 1:2; Ef. 4:12; 5:3). Por otro lado, se llama “santificación” al proceso por el cual un creyente va desarrollando las características del “santo”, o sea, las características de Dios mismo. La “santidad” es el estado del santo. Espiritualmente el creyente es hecho santo por Dios, pero en la práctica, el cristiano debe desarrollar un andar en santidad, debe limpiar y rectificar Su conducta y aprender a amar como Dios ama (Col. 3:12; Ef. 5:1).
[42] El asunto de “fe” y “obras” suele ser un punto de extravío entre cristianos, generando dos extremos doctrinales: (1) por un lado, están quienes creen que la salvación se puede perder a causa de “malas obras” y también aquellos que enseñan que las “buenas obras” son las que producen la trasformación y santificación; (2) por otro lado están quienes, habiendo entendido que la salvación es sólo por fe, utilizan esto como excusa para el pecado y un andar liviano o sin demasiada responsabilidad. Nosotros creemos que las Escrituras nos muestran que la salvación y santificación son por fe, pero cuando se producen, conducen al cristiano a limpiar su vida de malas obras y a servir fielmente a Dios, por lo tanto, aunque las buenas obras no necesariamente son muestra de una fe correcta, la fe correcta se evidencia por medio de las buenas obras.
[43] La “oración” consiste básicamente en dirigir palabras a Dios. Cuando una persona decide hacer a Jesús su Señor, pasa a ser un hijo de Dios, como tal, puede hablarle a Dios como un Padre amoroso que desea ayudarlo, sanarlo, bendecirlo y limpiarlo de toda maldad. Entonces, la oración consiste en hablar con Dios, ya sea para contarle alegrías o tristezas, para pedirle sanidad, protección o ayuda en cualquier área de nuestras vidas, o para agradecerle y alabarle. La oración puede ser hecha en privado o en público, puede ser individual o conjunta, la condición para que éstas sean aceptables a Dios es que se hagan de corazón, con palabras sinceras y significativas (Sal. 17:1). Hay ejemplos de oración por toda la Biblia, el libro de la Biblia que más oraciones registra es el de Salmos.
[44] Algunas personas suelen confundir el “fruto espiritual” con las “manifestaciones espirituales”. Lo que se suele llamar “manifestaciones del espíritu” son el poder de Dios evidenciado en el mundo natural (1 Co. 12:7-10), mientras que el “fruto del espíritu” son un cambio de carácter que se obtiene como resultado de andar en obediencia por fe a Dios. El Diablo y sus ángeles pueden falsificar el poder de Dios y hacer sanidades, milagros y otras manifestaciones sobrenaturales a través de falsos ministros de Dios (2 Co. 11:14), sin embargo, ningún versículo de la Escritura indica que el Diablo pueda falsificar el fruto del espíritu. Por eso, es importante estar atentos a aquellos que dicen servir a Dios y evaluarlos conforme al fruto que producen y no conforme al poder que manifiestan. Por esto, creemos que ni las manifestaciones de poder, ni las “buenas obras” en sí mismas, deben considerarse “pruebas” de un andar conforme a la voluntad de Dios.
[45] El amor es la característica esencial de Dios (1 Jn. 4:8, 16) y debe entenderse conforme a lo que la Biblia enseña acerca del amor y no conforme al entendimiento humano general. En la Biblia hay cuatro palabras griegas que hacen referencia al “amor”. De estas cuatro, la que se usa para describir el amor de Dios es agapë, que consiste en comprender e imitar el carácter de Dios, buscando el bien del otro en toda circunstancia y cumpliendo la voluntad de Dios, más allá de los sentimientos que se tengan (Mt. 5:43-48; Jn. 15:10; 1 Jn. 5:3; Ro. 13:9; 1 Jn. 4:7-21). Este amor de Dios requiere altruismo, servicio y entrega (Jn. 15:13), e incluso lleva a una persona a hacer cosas que no desearía hacer para poder llevar salvación o edificación a otros (Jn. 21:15-18; Ro. 12:20-21). Mediante el amor, una persona expresa su fe (Gá. 5:6) y es la más importante característica que una persona puede desarrollar (1 Co. 13:13). Cuando es correctamente entendido y aplicado, el amor da provecho y edificación a las personas y les permite acceder a un mejor conocimiento de Dios y un mayor aprovechamiento de Su gracia (1 Co. 13:1-3; 2 Co. 2:8-11; 8:7-9; 13:11; Gá. 5:6; Ef. 1:15-23; 3:14-21; 4:15-16; Fil. 1:9-11; Col. 2:2; 3:14).
[46]Algunos cristianos creen que el Diablo debe pedir permiso a Dios para hacer el mal, o incluso que él y los otros espíritus malignos son dirigidos por Dios, esto se basa, principalmente, en malinterpretar algunas escrituras como Job 1:6-12, sin embargo, las Escrituras nos muestran que el Diablo es un enemigo de Dios (Mt. 13:39; Lc. 10:19; Hch. 13:10) que se opone a Sus planes, y por eso será destruido en el futuro (Ap. 20:10).

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